Tejiendo relatos. Alba, por Roberto Muñoz

Tejiendo relatos. Alba, por Roberto Muñoz

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Alba

Brota la sangre, sale disparada de mi brazo. Los cortes en la piel me hacen sentir vivo. Poco a poco el líquido rojo gotea en el suelo. Un corte más profundo en la muñeca izquierda hace que empiece el principio del fin, ya no habrá marcha atrás.

Está hecho. Sonrío ante el espejo, pronto abandonaré el mundo de los vivos para poder ser eterno en la oscuridad. No tendré que enfrentarme cada día a los gritos de mi casa, los golpes que un día recibí de mi padre serán parte de otra vida, nunca mas veré a mi madre con la nariz rota, nunca más tendré que soportar el olor a alcohol en todos los rincones de nuestro hogar. No quiero seguir aquí, no quiero luchar más conmigo mismo, quiero descansar para siempre. Se me nubla la vista. Me mutilo de nuevo. Noto el fluir de la sangre por mis brazos. Siempre supe que este momento llegaría. Causará sorpresa en la gente. No saben el peso que soporté durante días, semanas, meses y años. Siempre aparentando lo que no soy. La vida no era lo que yo esperaba.

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No siempre fue así. Hubo un tiempo que pudo llamarse felicidad. El amor lo cambió todo, conocí a una persona un día inesperado y el tiempo me parecía eterno. Cada día despierto pensando en sus ojos, esos ojos marrones eternos en los que me paseaba horas y horas, donde podía recorrer con mis dedos su infinita espalda, donde cada beso era una pequeña delicia, me pasaba las horas deleitándome en esa boca de sabor dulce, peinando su largo pelo negro con mis dedos, donde hacer el amor era lo máximo que un ser humano podía aspirar. Yo tenía esa suerte, estar con la mujer que colmaba todas mis aspiraciones como persona, no podía pedir más.

La conocí en el metro, nuestras miradas se encontraron como si el destino fuese caprichoso, nos dijimos todo con ese destello, la intensidad de sus ojos abrieron mi alma de par en par. Sabía perfectamente que delante de mí se encontraba la persona que daría un giro a mi existencia. No tardamos en intimar, las palabras fluían y fluían sin cesar. 1023 días pasé a su lado. Me fue arrebatada en el camino del trabajo a casa, un conductor borracho la atropelló en un paso de peatones. Se dio a la fuga y la dejó allí tirada en el suelo… ahogándose en su propia sangre, nunca fue testigo de ese momento, pero no se me borra de mi cabeza su voz y sus ojos, sus pupilas dilatadas apagándose poco a poco sin poder hacer nada, su cabeza contra el suelo rodeada de sangre y murmurando sus últimas palabras sin sentido… Ese fue su final. Sin despedidas. Ahí terminó la vida de Alba, el 4 de febrero de 2010.

4 de febrero 2011

Un año exacto después de su muerte ella vino a verme, frente el espejo ella estaba ahí, su  rostro impoluto frente al cristal, no puede hablarme con su boca pero una vez más sus ojos me bastan. Sé lo que quiere. Lo esperaba en cierto modo, sé que volvería a por mí, me llevará con ella hacia lo eterno. La muerte será eterna para los dos y permaneceremos juntos por siempre jamás. Cojo un bote de pastillas y las trago sin parar. Pronto estaré con mi amor. Se me cierran los ojos y estoy listo para el viaje..

23 de Abril de 2012:

Despierto en el hospital, mis ojos no se hacen a la luz que hay en la habitación. Pasan dos semanas y mi familia me informa que llevo 5 años en coma. Es imposible. Miro en mi cartera y Alba no existe. Donde antes estaba su retrato ahora no hay nada. Me dicen que mi padre me golpeó una noche de borrachera y me golpeé contra el suelo. Puedo recordar cada segundo qué pasé al lado de esa mujer, sin embargo no hay rastro de su existencia ante el nuevo mundo que despierto. Apenas duermo y sus visitas en sueños empiezan a ser frecuentes, siempre se repite la misma imagen:

Yo estoy situado frente al espejo de mi casa junto a un cuchillo y con mi mano derecha empiezo a cortarme las venas, ella me sujeta mi brazo y me ayuda en mi propósito pero solo en el espejo, siento su calor al tocarme pero físicamente no esta a mi lado, ella es mi guía en este nuevo camino, nos encontramos desnudos los dos y la sangre empieza a llenar mi cuerpo. Me excita esa sensación. Cuando la obra llega al clímax me despierto empapado en sudor. Me giro en la cama hacia el otro lado y me la encuentro de nuevo. Alba me mira y me acaricia la cara, noto como sus dedos fluyen por mi piel y hacen lo que solo ella puede, me hacen sentir vivo, me besa y hacemos el amor lentamente, su físico es eternamente bello, sus ojos son de un animal incontrolable, es ella en estado puro, de repente entre jadeos empieza a sangrar por la boca, le beso mas fuerte y compartimos el sabor tan especial de su sangre, las sábanas se tiñen rojas y ella no para de reír, se acerca a mi oído y me susurra k ya estoy listo. Empieza a bajar por mi cuerpo y llega hasta mi pene, noto jugar su piercing en mi miembro y despierto de nuevo. Otra vez estoy en mi cama, al girarme esta vez ella no está.

Pasa el tiempo y mi familia de nuevo me repite que no conocen a ninguna Alba, ningún amigo ni conocido puede responder a mis preguntas, su tumba no está, su casa no es su casa, su familia no existe.

Los psiquiatras dicen que Alba es producto de mi imaginación, que no es real, por fechas la debería haber conocido aun estando en el coma, pero yo recuerdo perfectamente su mirada aquel día en el metro. Ellos quieren que crea que mi entrada en el hospital se llevó a cabo el día 18 de abril de 2007. Su teoría se basa en que mis cinco años en coma he creado una vida paralela a la realidad y que ahora no sé distinguir lo real de lo ficción. Mienten. Les sigo la corriente porqué ya sé donde reunirme con Alba… será esta noche frente al espejo.

Esa misma tarde empiezo a recordar cosas del pasado que hasta ahora quedaban ocultas para mi memoria. Empiezo a recordar el olor a alcohol en mi casa. Siento en mis carnes las palizas de mi padre, los gritos, las peleas, empiezo a dudar de todo, estoy perdido, solamente Alba puede sacarme de esta vida y llevarme a la que una vez tuve.

Ante el enorme espejo comienza mi camino hacia la salvación. Desnudo frente a él mi ritual va tomando forma, la afilada punta del objeto cortante empieza a bailar sobre mi cuerpo, va definiendo el tramo a trazar, susurra sobre mi blanca piel y se clava en las venas de mis brazos. Primero siento que los cortes me queman, pero cuando la sangre brota se me pasa esa sensación. Lentamente me recreo en la escena y soy consciente de que Alba se aproxima. Tarda poco en aparecer al otro lado del cristal, su leve sonrisa perpetua hace que me sienta bien, sé que estoy haciendo lo correcto y podré reunirme con ella. Su magnífica figura desnuda hace que sienta electricidad por dentro, millones de sensaciones florecen en mi alma. Puede hablarme con su pensamiento, somos dos seres en uno y la eternidad nos fundirá para siempre. Me pide que pegue mi mano izquierda con la suya derecha en el espejo. Noto el tacto de sus dedos llenos de vida, esos dedos k tantas veces se perdieron en mi cabello, blancos como la porcelana se funde con el rojo sangre y la imagen resultante es espectacular, todo fluye al ritmo que ella marca. Los susurros que emite me van marcando las pautas de lo correcto en este raro trance. La temperatura empieza a bajar y debido a la perdida de sangre empiezo a ver con dificultad. Borroso. Su voz es más lejana, poco a poco se va perdiendo en el infinito y noto que mi existencia en este mundo llega a su fin. Ella es mi guía,  mi ángel. No puedo mantener los ojos abiertos durante más tiempo, parecen de plomo, así que me dejo llevar por mi musa, es mi destino.

Abro los ojos. Oscuridad plena. Silencio absoluto. Deslumbro una especie de puerta a lo lejos, no logro verla correctamente pero me acerco lentamente sin saber aun el lugar donde  me encuentro. Llego a la puerta y mi sorpresa es enorme. Puedo verme a mí mismo. Me reconozco, mismo físico, mismos gestos, misma voz. Comienzo a sentir escalofríos ante la idea que mi mente me sugiere. No puede ser. Golpeo con fuerza e intento gritar pero mi voz no tiene audio. Veo los ojos de Alba en el ser que observo desde este mi nuevo lado del espejo. Sonríe y se marcha. El miedo se apodera de mi cuerpo. Desesperación. Ese ser sé ha apoderado de mi cuerpo, me ha remplazado y estoy destinado a vagar mi alma en este insólito y oscuro lugar, donde el tiempo no existe ni la vida es como la conocía antaño. Creo que es un infinito. Sin principio ni final. Siempre estaré aquí, al otro lado del espejo, pensando como podré hacer para regresar al otro mundo, tal como una vez Alba hizo conmigo.

Relato cedido a TEM por Roberto Muñoz Villodres

ARCHIVO DE RELATOS DE T.E.M

Bibliografía ►
El pensante.com (marzo 28, 2011). Tejiendo relatos. Alba, por Roberto Muñoz. Recuperado de https://elpensante.com/tejiendo-relatos-alba-por-roberto-munoz/