Seres feéricos. Los Gnomos, soberanos de los bosques

Seres feéricos. Los Gnomos, soberanos de los bosques

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Según las antiguas mitologías del Norte de Europa y ciertas doctrinas cabalísticas, los gnomos son cada uno de los enanos fantásticos o genios elementales de la Tierra, en cuyas entrañas moran trabajando en las minas custodiando los tesoros subterráneos y cuidando de los metales y piedras preciosas. El vocablo gnomo fue utilizado por el alquimista suizo Paracelso en su liber de nymphis, sylphis, pygmaeis et salamdris, et de caeteribues spiritibus, publicada en 1566. Su etimología no está clara procediendo para algunos de una mala traducción del latín medieval gnomus y del verbo griego que significa conocer. Para otros, sin embargo, derivaría del griego genomós que quiere decir terrestre.

Los Gnomo forman un pueblo sobrenatural de seres muy pequeños e invisibles, dotados de singular astucia que nació de la fantasía de los visionarios hebreos llamados cabalistas. Los gnomos poseían la presciencia, conocían los secretos de la Tierra y eran el alma de esta. Los autores de tan maravillosa doctrina aseguraban que el Aire, la Tierra, el Agua y el Fuego se agitaban merced a los seres invisibles que animaban estos elementos. Según los cabalistas, Dios asignó el imperio del fuego a la salamandra, el del aire a los silfos, el del agua a las ondinas y el de la Tierra, no en la superficie sino en el interior, a los gnomos. Estos moraban en las fisuras metálicas del globo, en el interior de las grutas, llenas de estalactitas de maravilloso efecto. Eran los guardianes de las minas de oro y plata. Los gnomos, aunque no pertenecen propiamente a la Mitología sino a la superstición, recuerdan a los telquines y a los cabiros, genios que representan el trabajo en los metales adorados por los griegos en localidades de naturaleza volcánica. Sin embargo, los mitólogos nada han dicho hasta ahora que sepamos de que pudiese haber relación entre esos personajes míticos de Grecia y los gnomos. Estos se repartieron con la filosofía pitagórica cabalística por todo el globo y aunque sufrieron varias modificaciones, según que se fueron acomodando a las distintas naturalezas de los pueblos, siempre conservaron el carácter de dueños del imperio de la Tierra y de guardianes de sus minas. La estatura de estos pequeños genios iba en progresión descendente hasta la más diminuta.

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( Definición de Gnomo por la Wikipedia.)

Mientras para la inmensa mayoría, los gnomos y la gente menuda en general son fruto de la fantasía, para unos pocos son una inquietante realidad. Los espíritus del bosque parecen haber dejado atrás la leyenda y el ámbito de lo mitológico para aparecer eventualmente en nuestra dimensión física y material. Experiencias que no dejan indiferente a quienes han podido protagonizarlas. Hemos reunido aquí sólo algunas de ellas y, desde luego, dan mucho que pensar.

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Mapa de avistamientos de gnomos en Europa

El sueco Frederic Ugarph halló alrededor del año 1200 antes de Cristo una estatuilla de madera en la casa de un pescador de Trondheim, en Norway. Tenía 15 centímetros de altura y representaba una figura humana, barbuda, tocada con un bonete. En el pedestal podía leerse “Nisse riktig storrelse”, o lo que es lo mismo, “altura actual del gnomo”.

La estatuilla, que hoy forma parte de la colección de la familia Oliv, en Uppsald (Escandinavia), había sido esculpida en las raíces de un árbol desconocido, de madera muy dura. Las pruebas han demostrado que posee más de 2.000 años de antigüedad. Aunque su inscripción es varios siglos más moderna parece que, en efecto, representa un gnomo, un elemental o espíritu de los bosques… pero, entonces, ¿existen realmente?

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Resulta muy difícil precisar una respuesta definitiva. Los más ancestrales pueblos del mundo, especialmente aquellos con un estrecho conocimiento de la Madre Naturaleza nos han legado relatos asombrosos del contacto con estos seres invisibles. “Para poder verlos –afirma Jesús Callejo, autor de Gnomos, guía de los seres mágicos de España- necesitamos una adecuada preparación, o una gran suerte, lo cual no es siempre recomendable.” Y es que en Escandinavia, lugar de origen de estos espíritus para numerosos especialistas, tienen reputación de raptar niños para que trabajen en sus minas. Los gnomos se han asociado a la tierra, la minería, la forja y la acumulación de tesoros. Aunque no siempre es así. La palabra gnomo deriva de kuba-walda que significa “administrador del hogar” o “espíritu del hogar” en antiguo lenguaje germano. Fueron vistos regularmente por los seres humanos en Europa, Rusia y Siberia desde la más remota antigüedad. En el año 470 antes de Cristo, por ejemplo, el sargento romano Publius Octavus escribió la siguiente descripción: “Hoy vi a una persona en miniatura con mis propios ojos. Él usaba un bonete rojo y una camisa azul. La barba blanca y pantalones verdes. Dijo que había vivido en esta tierra por 20 años. Él habló nuestro lenguaje mezclado con extrañas palabras. Dijo ser descendiente de una raza llamada Kuwalden (…) le gustaba tomar leche. Una y otra vez lo vi curar animales en las inmediaciones de Lugdunun” (hoy Leiden, Holanda). ¿Se refería a un gnomo?

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Algo más que una leyenda

La palabra gnomo fue acuñada, en realidad, mucho más tarde. Fue el alquimista suizo Paracelso cuando publicó en 1566 su Tratado sobre los elementales, dedicado a ciertas gentes a los que no se les puede cortar el camino con nada, pues siempre hallarán una solución alternativa para seguir adelante. Gnomo significa “aprender”, “conocimiento”, “sabiduría”… pues la tradición atribuye a estos diminutos seres el conocimiento de los secretos de la Tierra y el Universo. Por esa razón, posiblemente, muchos magos, a lo largo de la historia les han utilizado en sus ritos de alta magia.

Lo sorprendente es que los testimonios de su presencia entre nosotros no se restringen a la antigüedad. Los gnomos han abandonado su condición de mito para mostrarse ante nosotros en plena era tecnológica. En Internet resulta fácil, por ejemplo, toparse con fotografías de origen dudoso encaminadas a verificar su presencia real en los bosques. Lamentablemente, a poco que uno bucea en su génesis advierte que se trata de burdos retoques fotográficos. En otros casos, paradójicamente, hay testigos detrás como las facilitadas por nuestro lector Santero Gustavo quien obtuvo unos inquietantes registros en el bosque, mientras disfrutaba de un día de campo en la provincia de Córdoba, Argentina. Tomó varias instantáneas en las que advirtió presencias extrañas. Al ampliarlas obtenemos, efectivamente, una llamativa figura humanoide que Gustavo interpretó como un elemental. Muchos objetarán con razón que se trata de imágenes difusas pero sorprendentemente hay otras evidencias de sus apariciones.

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ALGUNOS CASOS CONOCIDOS

Los gnomos del Montseny

Los sugestivos bosques del Montseny, en Barcelona, tienen tradición de estar habitados por estos “invisibles” espíritus, especialmente alrededor de los monumentos megalíticos. Eso puede deducirse, al menos, del hallazgo de dieciséis huellas halladas en las cercanías de la Pedra Gentil, en Vallgorgina, por el investigador catalán Pedro P.Canto. Sucedió el 2 de diciembre de 1989. Aquel día se hallaba en compañía de otras cuatro personas cuando descubrió impresas en el barro las huellas de unos diminutos pies. “Nos dispusimos a bordear aquella zona y a inspeccionarla –reza su cuaderno de campo-. El momento más emocionante fue cuando, en un paso cerrado por la vegetación, yo me puse a modo de parapeto para cubrir a la mujer y, de un empujón, casi la tiro al suelo. Allí, en la inmensa manta de hojas marchitas, descubrimos las increíbles pisadas de unos pies desnudos, de cuatro dedos y un talón, no tacón, y que medía nada menos que 10 centímetros” ¿A quién pertenecían?

Según explica Canto era claramente visible la curva interior de la planta y el llamado “monte Venus”. “En aquél mismo tramo –escribe- observé cuatro huellas de las mismas características y, en total, si incluimos el resto de las pisadas que observamos alrededor del dolmen, la suma ascendió a 16 pisadas”.

Dos de las personas que asistieron al descubrimiento eran zahoríes, es decir, radiestesistas que coincidieron en afirmar que de aquellas huellas emanaba cierta energía al provocar una fuerte oscilación en el péndulo. Con buen criterio Canto efectuó varias fotografías que curiosamente resultaron ¡veladas! ¿Cosa de los “duendes”?

En todo caso resulta curioso que las huellas y el fenómeno tuvieran lugar en las proximidades del dolmen pues, como hemos dicho la tradición asegura que debajo de estos megalitos se extienden numerosas galerías subterráneas que conectan las ciudades de estos diminutos seres.

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Por si fuera poco, una pareja de esta localidad catalana, afirma vivir desde hace años con un gnomo en casa. Fue tras el paseo de un grupo de amigos por los alrededores del dolmen. Uno de los integrantes recordó la leyenda de los gnomos del Montseny. Pepa, que así se llama la mujer, dijo en voz alta que no le importaría llevárselos a casa. Desde entonces empezó a notar cosas extrañas a su alrededor. Objetos que habían sido cambiados de sitio o, lo que resulta todavía más curioso, cuando cocinaba paella, plato que suele condimentar con un buen conejo, la carne desaparecía.

Seres juguetones

Y es que los gnomos resultan muy juguetones con los objetos cotidianos, la comida y, especialmente, el tabaco. La tradición les muestra como fumadores de pipa pero como veremos no le hacen asco a los cigarrillos. Lo sabe muy bien Josep Cristina quien tiene el convencimiento de que en casa de su madre habita uno de estos diminutos seres. El cucharón o cualquier instrumento de cocina que utilizara aparecía siempre en la repisa del baño. “Un día vino a cenar un amigo a casa -muy escéptico, por cierto- y mi madre lo explicó. Él se reía de su historia hasta que quiso encender un cigarrillo. Había dejado su paquete de tabaco y el mechero encima de la mesa pero habían desaparecido de allí inexplicablemente”. Primero supuso que se trataba de una broma, que alguien se los había escondido, pero palideció al comprobar que se hallaban en la repisa del baño sin que nadie se hubiera levantado de la mesa ni ausentado del salón.

Cuando existe cierta preparación o se cumplen ciertas condiciones estos seres invisibles se dejan ver. La experiencia siempre resulta chocante. En el verano de 1976, Josep Cristina estaba leyendo en el dormitorio de su casa de Manresa (Barcelona) cuando tuvo oportunidad de ver con sus propios ojos un gnomo.

Estaba tumbado en la cama, bajo la luz de un flexo cuando, de repente, observó algo extraño en la ventana. “Me fijo y advierto la presencia de un ser diminuto. No superaba los cuatro centímetros de altura”-recuerda.

Cristina está seguro de la altura porque el misterioso ser estaba sentado en el marco de la ventana. “Me miraba fijamente y sonreía”-declara. El pequeño ser movía la cabeza de un lado a otro. Nuestro protagonista no podía creer lo que estaba viendo, creía ser presa de una alucinación o que, tal vez, su imaginación le estaba jugando una mala pasada. Gateó entre las sábanas hasta situarse al pie de la cama. Quería ver de cerca de aquella diminuta figura que vestía como un hombre “normal”. Camisa y pantalón blancos, un grueso cinturón negro y lo que le parecieron unas alpargatas.

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Fue entonces cuando tuvo la impresión de que aquel hombrecillo le hablaba pero no con la boca sino en una suerte de telepatía. El “gnomo”, entonces, le predijo cuatro acontecimientos futuros.

Cristina se levantó perplejo. Quería tocarlo. Aquella “visión” era muy consistente para ser una alucinación pero chocaba con su racionalidad. Pero, al acercar su dedo índice al cuerpecillo el ser se desvaneció ante sus ojos. No pegó ojo en toda la noche, pendiente de la ventana, por si aquel diminuto ser reaparecía. Durante algún tiempo trató de convencerse que aquello fue fruto de su mente pero en menos de un año las cosas vaticinadas por el “gnomo” se cumplieron y la cuarta a punto estuvo, también de cumplirse: Que le tocaría la lotería. “Yo solía jugar siempre a un mismo número –recuerda-. Aquel ser me dijo que ese año mi número iba a resultar premiado. Cuando fui a comprarlo la lotera lo había vendido ya y resulta que ese año tocó”-se lamenta.

¿Se trata de un gnomo o un feto de una especie no identificada?

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Videntes y guardianes de tesoros

Y es que una característica de los gnomos es la de la clarividencia. Tradiciones de diversos lugares les asocian con la alta magia y a las prácticas hechiceriles. “Además de supervisar los grandes tesoros ocultos de la Tierra –asegura Callejo-, misión que también se atribuye a los grifos de las leyendas helénicas y orientales, así como a los dragones germánicos y españoles, los gnomos tienen la capacidad de predecir el futuro”. No es extraño, por tanto, que algunos videntes les hayan visto en sus consultas. Eva Benavent que practica desde hace años la clarividencia les ha visto ocasionalmente en algunas de sus consultas.

“Se trata de un ser diminuto, de piel verdosa, orejas puntiagudas y con un bonete rojo que da saltitos por el suelo”-explica. En ocasiones –asegura- el consultante ha podido incluso verlo aunque lo normal es que sienta sensaciones. “En una ocasión –recuerda- lo veía en el hombro de la consultante, riéndose y soplándole en el cuello y, curiosamente, esta persona se rascaba como si, de verdad, alguien estuviera allí haciéndole cosquillas”.

Eva está convencida de que cuando aparecen estos diminutos seres la suerte de la persona va a cambiar a mejor.

¿Se trata de experiencias reales o tan sólo de la visión subjetiva de otro plano de existencia? ¿Hay alguna prueba de su realidad objetiva?

El Gnomo de Girona

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En 1989 dio la vuelta al mundo una polémica fotografía. En septiembre de ese año dos matrimonios Añaños y Pujals disfrutaban de un domingo de pic-nic en un bosque situado en los alrededores de Girona. De repente se vieron sorprendidos por la presencia de un gnomo al que pudieron dar caza echándole encima una manta. Al parecer, el pequeño ser se acercó al grupo atraído por la música de un radiocassette y emitió una especie de chillido que recordaba la carcajada de un anciano. Al ser sorprendido por el grupo trató de huir entre los matorrales. Se desplazaba velozmente, en zig-zag, pero uno de los campistas logró finalmente darle caza.

El presunto “gnomo” fue conservado vivo en una jaula para pájaros donde vivió veinticuatro horas sin comer nada. El ejemplar ¡todavía vivo! fue puesto en manos del parapsicólogo catalán Angel Gordon quien efectuó un estudio preliminar y lo conservó en un frasco con formol. La diminuta criatura era de color azulado, presentaba algunas manchas en su cuerpo, fundamentalmente en el cuello y la cara y tenía un tamaño aproximado de doce centímetros. Su constitución carnosa pero presentaba una protuberancia en la frente que recordaba un gorro frigio. Asimismo eran reconocibles unas orejas largas, similares a las de un conejo, y un hocico parecido al de un roedor. Sus ojos tenían un tono rojizo y parecían sobresalir de una zona oscura parecida a un antifaz. Sus extremidades delataban que se trataba de una especie anfibia pues sus dedos estaban unidos por membranas. No tenía pelo en el cuerpo, salvo en el cogote, donde Gordon advirtió tres pequeños pelos. El parapsicólogo encargó a un fotógrafo de l’Hospitalet que inmortalizara el extraño ejemplar y se obtuvo así una polémica secuencia fotográfica.

¿Un gnomo de verdad?

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Algunas tomas cayeron en manos del patólogo americano John Altshuler quien descartó que se tratara del feto de un animal. A conclusiones parecidas llegaba el Doctor Luis Linares de Mula para quien la extraña conformación de este animal podía ser debida a dos causas. “Por un lado que sea un ser monstruoso, es decir, un caso teratológico en que se desarrollan los tejidos, los órganos, los miembros, etcétera de forma anormal. También –añade- puede deberse al hallazgo de un ser primitivo que se hubiera conservado en una zona lo suficientemente fría, en la nieve o un glaciar, para que pervivieran los tejidos, la carne, las vísceras además de los huesos. En este caso se trataría de un animal desconocido para la ciencia actual”.

Pero ¿examinó el científico el ejemplar? Parece que no, que se limitó a observar las fotografías y a conjeturar acerca de qué era lo que contenía el frasco. El investigador Pedro Palao hizo lo propio con los biólogos del Zoo de Barcelona quienes le explicaron que podía tratarse del feto de algún rumiante, con toda probabilidad un ternero con no más de tres meses de gestación. De hecho la comparación del feto de un animal con cuerno, como un rinoceronte y el presunto gnomo es más que sugestiva. La protuberancia en la frente podría ser una suerte de cuerno y concluían que aquel feto jamás pudo vivir ni desplazarse pues sus extremidades no estaban suficientemente desarrolladas. Entonces, ¿mentían Gordón y los testigos?

Sin duda alguna. Según ha podido saber el sagaz investigador Francisco Contreras, Mario Añaños y Juan Pujals, en teoría, los “cazadores del gnomo” nunca existieron. “Quien halló el ejemplar no es otro que Manuel Tello –me explica- un valiente y honesto vecino de Girona”.

Al parecer, un amigo de éste acudió a su casa contándole que se había encontrado el cuerpo de un animal muy raro. Él pensaba que era el feto de un conejo. Tello lo llevó a una tienda cercana lo metió en un bote de Nestcafé y decidió hacerle unas fotos.

“A los pocos días se enteró que dos personas, andaban buscando al bicho…». El ejemplar, por tanto, nunca estuvo vivo en manos de Ángel Gordon y, lo que es peor, se perdió una buena oportunidad de hacer ciencia porque una rápida intervención hubiera proporcionado valiosos datos para su catalogación. En lugar de eso tenemos una medida aproximada de su altura, y unas fotografías de un “bicho” dentro de un frasco de café, tampoco existe autopsia alguna, ni conocimiento de órganos o tejidos, peso, características de la piel o fluidos.

Por no tener, ni siquiera disponemos de la ubicación exacta donde fue hallado este ejemplar. El único dato facilitado en este sentido por Gordon es que fue capturado a 11 kilómetros de Girona, en la ruta que va de Banyoles a Olot, en un bosque “encantado” algo que entra en contradicción con los datos obtenidos por Contreras quien supone que fue hallado en un camino del Montseny, en Barcelona. Demasiadas dudas para que el hallazgo pueda ser tomado en cuenta.

Setas y gnomos

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Hay otro colectivo que, a pesar de la escasez de pruebas, se halla convencido de la existencia de los gnomos y otra gente menuda de los bosques. Me refiero a los chamanes. “Los gnomos no son un invento –asegura el chamán Pancho Marín-. Son difíciles de ver y de contactar con ellos pero existen y guardan una relación con las setas, especialmente con la Amanita muscaria”.

Se trata de una seta roja con puntitos blancos que muchos relacionamos con los cuentos infantiles. La imaginación popular les ha convertido en el hogar de los gnomos. Dispone de una potente sustancia enteo génica que es utilizada como “embriagante chamánico”. Las primeras tribus que la consumieron con ese propósito fueron los Tungulls, en Siberia, una de las cunas de las leyendas de gente menuda ¿casualidad? En absoluto. El antropólogo catalán Josep María Ferigla constata a partir de un documentado estudio entomicológico como en ciertas zonas del viejo mundo se ingería este hongo para provocar alteraciones mentales y visiones fosfénicas que debidamente cargadas de contenido simbólico y, por lo tanto, cultural, ordenan y hacen inteligibles ciertas facultades de comprensión de la realidad. “De esta ingestión –asegura- deriva la existencia de los gnomos y los duendes que influyen en la vida humana, especialmente en lo emocional, lo fantástico y lo pasional”.

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Hay dos formas de tomarla: cruda, muy peligrosa debido a su toxicidad y despellejándola, hirviéndola y esnifando sus posos como rapé.

“En un 80% de los casos el chamán busca la complicidad de los gnomos para curar aunque también hay quienes buscan obtener mayores conocimientos de la naturaleza”-explica Marín.

Los gnomos, pues, no nos han abandonado. Residan en nuestra imaginación o en una suerte de universo paralelo al que podemos acceder mediante estados alterados de la conciencia siguen a nuestro alrededor, sirviéndonos, jugando con nosotros y los más afortunados para atraerles la suerte. Y es que la experiencia nos demuestra que hay temas donde la frontera entre la realidad y la ficción es muy, muy estrecha.

por Josep Guijarro. Revista Más Allá de la Ciencia.

El Gnomo de Salta

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Un grupo de adolescentes filmó la aparición cuando estaba charlando en una esquina por la madrugada. El miedo de los vecinos “Estábamos hablando sobre nuestra última pesca, era la 1 de la mañana. Comencé a filmarlos con mi celular mientras ellos hacían bromas. De pronto, escuché como si alguien nos estuviera tirando piedras, miré a un costado y observé que los yuyos se movían“, recordó José sobre aquella extraña noche.

“Pensé que era un perro, pero cuando vi salir esa figura con la forma de duende me dio mucho miedo. La filmé un poco y luego todos salimos corriendo”, destacó el joven que logró captar el momento con su teléfono celular.

El extraño suceso ocurrió en General Güemes, provincia de Salta. Un grupo de jóvenes se había reunido en una de las últimas cuadras del barrio San Isidro, junto al cementerio local. Su entretenida charla se vio interrumpida por un sonido extraño. Al mirar hacia los arbustos notaron una extraña figura que se alejaba dando saltitos, informó el diario El Tribuno.

“Esto no es broma; todavía tenemos miedo de pasar por aquí, igual que los vecinos. Uno de mis amigos se asustó tanto que tuvimos que llevarlo al hospital”, destacó José.

La notícia llegó incluso a la portada del diario sensacionalista The Sun, y a raíz de esto, los diarios locales se vieron desbordados por las llamadas de gente que aseguraba haber visto en diferentes zonas del lugar a este peculiar ser.

Más tarde aparece una segunda versión del video, una «toma dos», que demuestra que todo esto no es más que una broma.

Más tarde se vuelve a grabar otro video en la zona de Clodomira, con el mismo Gnomo como protagonista, aunque en este caso se distribuye tanto como Gnomo o como Petiso orejudo.

CARACTERISTICAS Y PECULIARIDADES

Etimología

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Los términos duende, gnomo y enano son empleados indistintamente por los testigos de las insólitas apariciones de la gente menuda aunque, en realidad cada una de las naturalezas elementales tienen pequeños matices y costumbres propias. Gnomos y enanos son casi sinónimos y, por lo general rehuyen el contacto con los seres humanos. Su principal actividad está asociada a la minería por lo que es lógico suponer que sus “ciudades” son subterráneas. En Sitges (Barcelona) se cuenta que hay una gruta que se abre cerca del mar, entre las localidades de Subur y Vilanova y la Geltrú, que es tan profunda que es capaz de comunicar la península con la isla de Menorca. Según la tradición, la gruta estaría llena de tesoros custodiados por gnomos o enanos. En Mallorca, curiosamente, existe una leyenda parecida. Dice que la Cova del Bolet (Cueva de la seta) comunica con Cataluña, concretamente con el municipio de Fontrubí. De todas las leyendas –recuerda Jesús Callejo- la más sugestiva es la que sitúa en el interior de la Cueva de las Maravillas, en el término de Alaró (Mallorca) una ciudad en miniatura. Un personaje llamado Felet vio salir de ella a unos extraños seres momento que aprovechó para entrar en su interior y contemplar la ciudad en todo su esplendor”. En la puerta de la cueva una inscripción recuerda la gesta.

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Probablemente la palabra «gnomo» procede de una simple mala traducción en la que se unen la raíz del latín medieval «gnomus» y el verbo griego «conocer». También se deriva o es una equivocada traducción de una palabra griega que significa «del, o procedente del mar», podría muy bien pensarse que significaba «de la tierra». De todos modos, el nombre resultante se empleó probablemente referido a una raza de gente menuda que se encuentra en las más remotas regiones del Hemisferio Boreal y singularmente en los Cárpatos. Estas gentes, hace ya muchos siglos, solían minar las canteras rocosas de las montañas, y de ahí que la leyenda popular pudiera decir que de ellas que, en realidad, habitaban en las entrañas de la tierra más bien que a la manera de los enanos o los aldaboneros. También se dice que estaban íntimamente relacionados con los lugares donde hay metales y piedras preciosas (¿de ahí la raíz griega que indica conocimiento?). Sin embargo, los antropólogos no hallan fundamento en las sugerencias de que estas gentes no hubieran podido pertenecer a nuestra raza. En los restos arqueológicos se han encontrado huesos de seres humanos y de animales, varios recipientes de cerámica y cristal, herramientas de metal, fragmentos de cuero y fibra, también piedras carbonizadas que se supone que han sido utilizadas en el fuego o alrededor de él. En otros lugares, se sabe también que una raza de «gente menuda», de pequeña estatura, habitaba en las cuevas que se abren a lo largo del Mediterráneo, en el sur de España. La existencia de estas gentes moradoras de las cavernas muy bien pudiera haber dado lugar a las historias de «gnomos». Sin embargo, es probable que la teoría más verosímil sea la de que la palabra «gnomo» vino a ser empleada en el idioma inglés a través de los escritos de Paracelso, el alquimista suizo del Siglo XVI. A Paracelso se le ha considerado diversamente como un sabio, un mago y un pícaro, pero evidentemente al hombre no le cabía duda sobre sus facultades, pues que se llamaba a sí mismo Paracelso para proclamar su superioridad sobre Aulius Cornelius Celsus, el célebre autor de De medicina.

Una de las obras de Paracelso se titula Liber de numphis, sylphis, pygmaeis et salamandris et caeteribus spiritibus, y en ella expone la teoría de la existencia de cuatro seres espirituales: los silfos del aire, las salamandras del fuego, las ninfas del agua y los pigmeos de la tierra. Como escribía en latín, también denominaba a los pigmeos «gnomi», cuyo singular es «gnomus». Los «gnomo» de Paracelso podían desplazarse libremente por la tierra como los peces por el agua o los pájaros y animales terrestres por el aire. Sin embargo, se desconoce si él mismo creó la palabra «gnomo» o sencillamente la tomó de los escritos de un autor anterior.

La Gnómida

Primitivamente, el gnomo era un ser bueno, aunque algo travieso, mas con el tiempo se hizo malo. Nunca fue hermoso y desde el siglo XVI fue feo. Su mujer, la gnómida, era mucho más pequeña que él pero en cambio era muy hermosa: una dulce sonrisa mantenía siempre abierta en su boca pequeña, su voz recordaba al sonido sutil de las cuerdas de un arpa; su extraño vestido ofrecía mil reflejos y aumentaba su esplendor; sus diminutos pies blancos estaban calzados con unas babuchas formadas una de esmeralda, la otra, de rubí. Esta singular y misteriosa dama, silenciosa y taciturna por naturaleza, tenía por misión guardar los diamantes, las piedras preciosas y los cristales en fin, que la tierra escondía en su seno. Habitaba con su marido en las grutas cristalinas, llenas de verdes y brillantes estalactitas. No se habla de ella en las comarcas como Escandinavia en que no hay piedras preciosas. En cambio, brilló en México y Chile. El esposo de tan deliciosa dama no podía ser completamente feo. En las creencias germánicas y escandinavas, el gnomo es un minero que comparte su sombría habitación con su esposa a quien ama y protege, a quien consagra todo el afecto de que es capaz y que aborrece al resto de la humanidad.

Atributos y características de los gnomos

A través de sus ojos grises, pueden penetrar en el yo verdadero del ser que tienen delante, lo que les permite conocer los paisajes interiores. Esta aptitud impide que uno pueda conservar secretos delante de ellos, pues ven con claridad lo que uno está pensando. Las llamadas «arrugas de la risa» que rodean sus ojos, se les trazan temprano y tironean de los pómulos rojos que se destacan de su tez clara.

Tienen un olfato hiperdesarollado: un olor los puede guiar tanto como el mejor mapa a un explorador. Son tan ágiles como cautelosos. No dejan rastro, pues caminan sobre el material duro de las piedras, las cortezas de árboles y cáscaras. Si tienen que andar por suelo desnudo, se colocan unas botas con el dibujo en relieve de una pata de pájaro.

Como viven generalmente alrededor de 400 años, a los 275 aún se encuentran en la flor de la vida. El pelo comienza a encanecerse a temprana edad y algunos, de apenas 80 años, lo tienen completamente blanco.

Para el crepúsculo de sus vidas, comienzan a descuidar el hogar y todas sus actividades. Empiezan a olvidar sus costumbres, hasta que un buen día, pasados los 400 años, les nace una afición por el vagar prolongado. Salen a dar un paseo y no vuelven jamás: el viaje hacia la Montaña de la Muerte (jamás vista por ojo humano), comienza.

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Atuendos

El gorro rojo no es mera indumentaria. Les brinda la posibilidad de hacerse invisibles. También les sirve para que las aves de presa, amigas de los gnomos, no los confundan al atardecer o de noche con ratones y otros roedores.

Además, como su peso oscila entre los 250 gramos para las mujeres y los 300 para los hombres, tampoco dejan demasiada huella. Sus zapatos pueden ser de corteza de abedul, pero esto varía de acuerdo a la región que habiten. Muchos usan zuecos de madera y la correa de cuero que usan de cinturón les sirve para colgar una bolsita donde llevan un juego de herramientas: cuchillo, martillo, broca y limas.

Tipología

Gnomos de los bosques:

El gnomo de los bosques o de las forestaciones, es probablemente el más común. Estos es difícil de verificar, como el hombre no encontró muchas muestras del gnomo mismo porque el tiene muchas rutas de escape. Su apariencia física es la de un gnomo ordinario.

Gnomos de las dunas:

El gnomo de las dunas es una fracción más grande que el gnomo de los bosques. El también tuvo contactos con hombres. Su vestimenta es a veces remarcablemente arenosa. El gnomo hembra de este tipo de gnomos no usa ropas grises; las suyas son color Kaky.

Gnomos de jardín:

El gnomo del jardín pertenece al tipo general. El vive en viejos jardines, siempre rodeados de los nuevos modelos de casas de las ciudades modernas.

Su lugar natural esta en los lugares sombríos y disfruta los ratos contando cuentos melancólicos. Si comienza a sentirse encerrado en si mismo el simplemente se va a la madera. Pero a veces se siente fuera de lugar.

Gnomos de granja:

El gnomo de la granja se asemeja al gnomo de la casa pero es de naturaleza más constante y conservador en todas las materias.

Gnomos de las casas:

El gnomo de la casa es una suerte especial. Se asemeja a un gnomo ordinario pero es el que mas conocimiento tiene del reino humano. Con frecuencia se atribuye el efecto de las viejas casa históricas deshabitadas, el ha visto a ricos y pobres y a oído grandes negociaciones. El habla y entiende el lenguaje humano.

Los Gnomos mencionados arriba son naturalmente buenos, siempre listos para el jolgorio o para molestar; ellos nunca son malevolentes, con algunas excepciones, por supuesto. Si algún gnomo es realmente malo lo cual pasa una vez cada mil años es uno de los dos malos genes que resultan de la cruza de distintos lugares.

Gnomo Siberiano:

El gnomo siberiano ha sido el más afectado por los cruzamientos. Es en centímetros más grande que el tipo europeo y se asocia libremente con trolls. En ciertas regiones no es un simple gnomo confiado.

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Los Gnomos y la filosofía

Por otra parte, tenemos que el pueblo de los gnomos se acomoda al sistema de Descartes en cuanto a la inteligencia de los brutos. Según dicho filósofo, la vida, la facultad de moverse y trasladarse de un punto a otro y hasta los mismos apetitos de los animales no son otra cosa que el efecto de una actividad que se agita por cierto tiempo como un reloj insensible. De igual modo, los cabalistas pretendían que todas las bestias, desde el mastodonte hasta los seres microscópicos estaban animados por gnomos. De aquí que el cartesianismo dijera que en cada árbol, en cada planta, en cada flor vivía un gnomo y que cuando un vegetal moría era porque el gnomo se había ido de él. Cada gnomo se hacía, según su preferencia, elefante, cóndor, pájaro, mosca, etc.

Los Gnomos y la música

Además de un extraordinario oído musical lo gnomos fabrican sus propios instrumentos musicales inimaginables, tampoco desdeñan algunos de los humanos si no que los hacen a su manera. Estos son algunos ejemplos de sus instrumentos preferidos: el violín de ocho cuerdas, la flauta travesera, el timpal (una especie de pandero con sonajas), el corno francés, el birimbao (un instrumento que usa la cavidad bucal como caja de resonancia), la krotta, un arpa manual con que acompañan sus canciones.

Seres feéricos. Los Gnomos, soberanos de los bosques

Cuentos populares

Es tradicional que los gnomos hagan acto de presencia en los cuentos populares. Por ejemplo, en el cuento Riquete, el del copete, una princesa encuentra en el bosque al rey de los gnomos Riquete. Al regresar al mismo sitio, oyó bajo sus pies ruido de preparativos, la tierra se abrió y pudo contemplar a los gnomos que preparaban el banquete con su poco agraciado rey. No podemos olvidar tampoco los siete enanos de Blancanieves. También se atribuía a los gnomos una gran afición a las ciencias mágicas y a la adivinación. Así lo reflejan numerosos cuentos en los que un enano propone una adivinanza: averiguar su nombre, por ejemplo, en el cuento de Rumpelstilzchen. Algunos gnomos que pueblan los cuentos tradicionales son:

Diversidad de gnomos.Tom-tittot en Inglaterra

Whuppity Stoorie, en Escocia

Winterkoble, en Hungría

Hruzimugeli, en Austria

Titteli Ture, en Suecia

Gilitrutt en Islandia

Rumpelstiltskin|Rumpelstilzchen en Alemania

Gelitrunsen Holanda

Seres feéricos. Los Gnomos, soberanos de los bosques

Conclusiones personales

Todo lo que habéis leído más arriba no es más que la punta del iceberg de la información que se puede encontrar en la red sobre los Gnomos. Miles de sitios tratan sobre estos seres efeéricos y, sin ningún tipo de tapujos, se atreven a contar con pelos y señales hasta los más mínimos detalles de esta sociedad. Como son, que religiones profesan, sus costumbres, sus construcciones, su constitución física, sus leyes, sus remedios contra las enfermedades… y todo esto sin que jamás nadie haya tenido la oportunidad de comprobarlo. Con lo cual, absolutamente todo lo que se puede encontrar no es ni más ni menos que fruto de la imaginación de miles de personas, que con el paso de los siglos, han ido adjuntando datos para agrandar y mitificar a estos simpáticos hombrecitos.

Como habéis podido comprobar, las pruebas físicas de su existencia dejan bastante que desear. Un puñado de fotografías borrosas y de dudosa procedencia y unos cuantos videos montados por algún grupo de adolescentes aburridos, a parte del testimonio de un romano hace unos siglos (que tan solo hace mención a seres de baja estatura, nunca a gnomos) y poco más.

Todo por el afán de materializar a estos espíritus del bosque, cosa que no se debería de hacer jamás, pues todo son vanos intentos de romper la magia que los rodea. Los Gnomos, los Duendes, los Trasgos, las Hadas… todos existen en realidad. Existen en las ilusiones y en los sueños infantiles y para unos cuantos privilegiados, continúan existiendo tras rebasar esa edad crítica en la que suele desaparecer la inocencia.

Tras cientos de años de convivencia (folklórica, literaria y legendaria), estos seres se han convertido en verdaderos compañeros de los humanos y así continuarán para siempre. ¿No es eso al fin y al cabo una buena muestra de su existencia?

Posiblemente, el origen de su leyenda sea mucho más mundano que lo que nos gustaría desear. Es posible que en el norte de Europa, hace unos miles de años, la gente que nacía siendo demasiado «pequeña», fuese repudiada por aquellos pueblos de guerreros fuertes y valientes. Es posible que como estas personas no eran válidas para guerrear con los pueblos vecinos fuesen destinadas a otras tareas menos nobles como… quién sabe, recolectar setas en los bosques para la tribu. Es posible que incluso para mayor vergüenza y crueldad hacia ellos, se les obligase a llevar un gorro cónico y grande de color rojo. Es posible también que al considerarlos fallos en la estirpe de la tribu de guerreros no se les permitiese el más mínimo roce con las mujeres normales y también es posible que en la soledad de sus bosques se llegará a juntar alguna pareja de estas personas «bajitas», siendo allí el único lugar donde poder reproducirse y vivir en relativa libertad lejos de los poblados. Y que para evitar malos momentos, se acostumbraran a evitar el contacto con los humanos «grandes».

Pero claro, esto no son más que suposiciones mías y que como origen legendario no tiene mucho encanto. Personalmente, les seguiré contando cuentos a mis hijos con los gnomos y los duendes como protagonistas, donde estos son totalmente reales y, espero, que mis hijos se los sigan contando a los suyos, para que estos espíritus del bosque continúen viviendo por siempre en el lugar más idílico posible. La imaginación de los niños.

Admito que al igual que los gigantes, en la historia de la humanidad ha habido razas de muy reducida estatura, pero dudo mucho que ninguna de ellas hayan sido estos míticos Gnomos.

Fuentes de información:

Wikipedia

Revista Más Allá de la Ciencia

www.temakel.com

www.gnomos.com

www.esencia21.com

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Bibliografía ►
El pensante.com (mayo 7, 2009). Seres feéricos. Los Gnomos, soberanos de los bosques. Recuperado de https://elpensante.com/seres-efeericos-los-gnomos-soberanos-de-los-bosques/