Ofitas modernos: entre la razón y el arte

Ofitas modernos: entre la razón y el arte

Hipatia de Alejandría

El gnosticismo y los dioses antiguos

Desde el año 100 de nuestra época, en Siria y Egipto se dio con fuerza el fenómeno de sectas anticristianas que contrarrestaban los principios esenciales de la religión católica, anteponiendo el demonio a Dios. Partían de la antigua creencia gnóstica de que el bien y el mal estaban en todo. El dualismo de Dios y el demonio reflejado con la serpiente del Edén, pero con la diferencia de que esta vez la serpiente no era negativa, sino que se convertía en el símbolo del conocimiento.

La naturaleza y Dios, que vienen a ser parte de lo mismo, eran los que ejercían actos negativos, dejando a los humanos en el statu quo, en la imposibilidad de aprovechar la quietud y convirtiéndose en el enemigo principal del conocimiento sensorial. Como el Demiurgo de Platón, eran los que controlaban y engañaban al hombre.

El imaginario católico era celoso y no gustaba de la competencia: por ello desde el principio rechazó cualquier tipo de competencia, incluyendo las sectas (aunque hay que admitir que entre ellas también se escondía la idea pagana de adorar a la serpiente, pues ella era la que podía llegar a dar el fruto del conocimiento a los humanos).

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La primera persona en introducir estas ideas fue Hipatia de Alejandría, matemática ofita que vivió en la antigua ciudad donde estaba la biblioteca más grande de su tiempo. Con sus conocimientos amplió la ciencia, pero fue muerta a pedradas  por los cristianos que veían en ella una muestra de la maldición gnóstica a la vez que los alejaba de las principales creencias y tradiciones que inculcaba la Biblia.

La destrucción de la tradición gnóstica en Occidente

Los ofitas consideraban que dentro de la humanidad se escondía la necesidad de establecer un propio orden a través de la experiencia personal y del análisis del Universo. Su dualismo bondad – maldad era en esto diferente de aquel de los cristianos, y por ello sufrieron su reticencia.

Al principio fueron llevados a consejos para hablar sobre lo que ellos predicaban, pero los cristianos al ser eufóricos creyentes de la religión magna en su momento, no podían argumentar según la lógica de los ofitas que era mayéutica. La impaciencia de no poder refutar los principios del bien y el mal, así como la misma naturaleza de la serpiente adorada los consideraba, hizo que la reacción contra los gnósticos fuera violenta.

Pasados por las armas, los que creían en otro orden fueron exterminados y convertidos, los sobrevivientes, al cristianismo. Desafortunadamente no quedó texto escrito de esta creencia debido a que fueron quemados y lo que sabemos de ellos es gracias a Los Padres de la Iglesia que escribieron refutaciones contra esta creencia.

 El renacer del ofismo

Desgraciadamente los años que presidieron al siglo IV d.C.: época donde acabaron hasta el último ofita, no trajo tranquilidad a las otras creencias que buscaron un nuevo orden fuera del cristiano. La edad media se caracterizó justamente por la densidad de violencia ejercida contra órdenes lógicos que no fueran los propuestos por las ideas cristianas.

A pesar de eso, el conocimiento del Renacimiento y de aquellos que se resistieron al dogmatismo en la Edad Media, partieron siempre de principios que desobedecían la dualidad de bien y mal, donde el bien era Dios y por lo tanto el bien era algo bueno.

Personajes como Giordano Bruno y el mismo Isaac Newton llevaron una vida secreta donde analizaban y soñaban con la búsqueda de otro orden. Esto se evidencia en los estudios de la alquimia y también en la aceptación del “conocimiento introspectivo” de cada uno.

El orden dado a la fuerza derivó a una crítica por parte de los literatos y artistas del renacimiento que prefirieron partir del mal como sinónimo de bienestar, antes que del bien, símbolo de estancamiento e ignorancia. Esto porque se beneficiaron de los conocimientos gnósticos que quedaban aún en el mundo.

Ofitas modernos: entre la razón y el arte

La literatura y el arte ofita

Desde la escritura del libro Paraíso perdido de John Milton, se observa un diablo más humano, uno que reflexiona e intenta buscar soluciones a las problemáticas que le conlleva creer en lograr un fin. Pero también otros escritores pondrán en juicio la ideología católica, el mismo Herder y su alumno Goethe escribirán y vivirán una vida basada en llenar el interior humano de acuerdo al gran conocimiento que se esconde en la Naturaleza, pero el eje principal sería conocer hasta esas cosas que no deben conocerse.

Por eso en Fausto, Goethe nos muestra un Mefistófeles casi humano, el mismo Dios de este libro entiende la importancia de todos los símbolos que se le atribuyen al demonio, como esenciales para la construcción humana. Incluso conocer al diablo es acercarse más a Dios, mientras más buenos somos, más olvidamos que el mal hace parte de ese bien, pues por uno el otro toma significado.

Ofitas modernos: entre la razón y el arte

Por eso muchos otros escritores (entre ellos Marques de Sade y Baudelaire) y pintores como Delacroix, escriben y pintan basados en la libertad y en esos tabús que impuso el cristianismo. Ellos entronizan la particularidad de los fundamentos que se esconden en el mal, observan que el sexo no debe ocultarse de la realidad, ni tampoco los propios odios que tiene la gente, lo principal es la aceptación de quien se es, porque Dios da la posibilidad de conocer a pesar de él mismo. Los artistas modernos llevaron el sello ofita hasta convertirlo en el mismo propósito del entendimiento humano.

Imágenes: 1: biografiasyvidas.com, 2: manueldelgadoruiz.blogspot.com.co, 3: esotericos.org

Bibliografía ►
El pensante.com (mayo 21, 2016). Ofitas modernos: entre la razón y el arte. Recuperado de https://elpensante.com/ofitas-modernos-entre-la-razon-y-el-arte/