Karl Denke: el Hombre que comía vagabundos

Karl Denke: el Hombre que comía vagabundos

La única fotografía conocida de Denke

El nacimiento de un criminal

En un territorio rural ubicado en la Baja Silesia en Alemania nació un niño que con el tiempo habría de convertirse en la pesadilla de los vagabundos. Nacido en el seno de una familia de granjeros, sus padres murieron dejándolo muy joven con una casona gigantesca donde vivió hasta los últimos días de su vida.

Junto a un hermano heredaron la gran herencia de sus padres, de la que él prefirió la casa y su hermano la pequeña riqueza acumulada por muchos años. Karl Denke se convertiría rápidamente en un excelente granjero, pero con la crisis económica vivida en Alemania después de la Primera Guerra Mundial la escasez y la miseria asolarían todos los territorios: eventualmente el hombre quedaría sin animales qué comer (otrora principal de ingresos) y sólo sus pequeños sembradíos de subsistencia prevalecerían.

Fue cuestión de tiempo para que este hombre peculiar, muy querido por la población local, comenzase a buscar desesperado una fuente de ingresos para no morir de hambre. La solución que encontró fue completamente macabra: comenzó a permitir que los indigentes se quedaran en su casa para luego matarlos con una pica, destazarlos como marranos y consumirlos, vendiendo el excedente a sus vecinos como si fuera carne de cerdo.

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Pese a ser querido por los aldeanos que vivían en el contorno de su casa, Danke tuvo una vida solitaria, sin que se le conociera mujer alguna, aunque constantemente gustaba de organizar reuniones y fiestas donde llevaba carne y así, alimentaba a sus vecinos.

Sus víctimas y sus formas de asesinar

Lucina Bialy descubriría el proceso llevado por este asesino en 1999, cuando encontró información referente al tema en la Biblioteca de la Universidad Wroclaw de Silesia: el caso (que duró oculto más de medio siglo) fue revelado de manera espeluznante al descubrirse la manera en que el asesino llevaba a cabo todos sus crímenes.

La construcción de un retrato psicológico fue llevado a cabo al determinar que Karl Denke tuvo una fuerte esquizofrenia alentada por su desesperación al no tener alimento en una época de crisis como lo fue aquella.

Karl Denke: el Hombre que comía vagabundos

La casa del asesino

También se describe que sus fechas de operación estuvieron enmarcadas entre 1921 y 1924, completando un poco más de 20 muertos: el autor criminal llevaba un libro de cuentas donde anotaba juiciosamente cada atrocidad cometida contra la humanidad.

Vendía productos de cuero que luego fueron determinados como piel humana: piel tratada de manera magistral por el hombre – con el cuidad de un artesano – que no aparentaba provenir de un ser humano. Sus mismos pantalones se sostenían por unos sujetadores hechos de este suave material.

Cabe describir que sus actos de violencia estuvieron enmarcados por una sanguinolenta forma de asesinar, con su pica en mano estrellaba el cráneo de los habitantes que dejaba dormir plácidamente en su casa hasta media noche, hora en que los abría para sacarles los líquidos y cortarles las extremidades. Luego de esto, las partes que podrían llegar a ser una evidencia para la policía eran llevadas al “bosque local” y enterradas sin dejar mayor rastro, tal como nos muestra los testimonios encontrados por Lucina.

En su casa hacía la separación de la piel para sacar la carne y dejarla en ollas para que se hirviera y poder luego consumirlas sin problema, aunque también tenía cierto proceso de salado orientado a carnes que vendía a sus vecinos más allegados. Afortunadamente se pudieron encontrar con cierto detalle los lugares donde era vendida esta “carne de cerdo”. Los vecinos – huelga decirlo – no tenían idea alguna de que era sacada de humanos: presintieron que era de perros callejeros, pero en cualquier caso era difícil probarlo, pues la carne estaba en muy buenas condiciones.

El terrible crimen perpetuado terminó por ser descubierto por uno de los inquilinos que escuchando fuertes gritos corrió para ver si podía ayudar a Denke, pues presentía que él se había lastimado, pero la fuerte escena que vio era un muchacho que era golpeado con la pica en la cabeza como si fuera cualquier trozo de tronco de árbol.

El final de Karl Denke

Lo primero que hizo el inquilino  – llamado Gabriel –  aquel 21 de Diciembre de 1924 fue correr a las autoridades oficiales para denunciar el caso visto. Por suerte logró salir de la casa y llegó a la policía, la cual reaccionó primero con escepticismo y luego con premura. Pese a las afirmaciones de Denke con respecto a que en verdad se defendía de un ladrón, fue capturado y se halló poco después ahorcado en la celda que le había sido asignada.

Karl Denke: el Hombre que comía vagabundos

Los restos humanos hallados en su hogar

Seguramente prefirió la muerte antes del escarnio público, además de saber que en cualquier caso recibiría la pena capital. Los policías en su informe llevaron el cadáver a la familia de su hermano para que lo sepultaran, lo que hicieron con grandes honores, pues a pesar de todo, era considerado un excelente ser humano.

Aunque esa leyenda duraría poco, cuando desenterraran la barbarie de Denke, en ollas descubrirían trozos enteros de la carne humana, cuero cabelludo y caras enteras que eran sobrepuestas para quitar luego la piel. Aunque su caso fue olvidado relativamente rápido, el reato del asesino rondaría un largo tiempo a aquellos que fueron cercanos… y llegaron a probar, de sus manos, la carne humana. 

Fuente de imágenes: 1: wikipedia.org, 2 y 3: spydersden.wordpress.com

Bibliografía ►
El pensante.com (abril 7, 2016). Karl Denke: el Hombre que comía vagabundos. Recuperado de https://elpensante.com/karl-denke-el-hombre-que-comia-vagabundos/