De cómo los vampiros, una vez, ayudaron a ganar una guerra

De cómo los vampiros, una vez, ayudaron a  ganar una guerra

Lansdale y Quirino

Vampiros y otras monstruosidades de Oriente

Oriente es uno de los más grandes mitos de Occidente. Quizás por la distancia que los separa, así como por historias culturales que divergen en los albores mismos de la humanidad, hay algo que no terminamos de entender sobre estas regiones.

En estas páginas hemos hablado de las abundantes leyendas filipinas, incluyendo las ciudades perdidas y monstruos de varios tipos, como los Aswang. Si recordamos, estos eran manifestaciones sobrenaturales semejantes a los vampiros occidentales, pero más poderosos y capaces de sobrevivir a la luz del día y camuflarse entre los seres humanos. Si bien hay más que abundantes referencias a actuaciones de estos seres, como es lógico jamás se ha documentado alguna en fotografía o video. Siguen haciendo parte del reino de lo desconocido.

Pero más allá de los Aswang, esta es la historia de cómo ayudaron a ganar una guerra.

Filipinas rebelde

En la década de los 1950’s los Estados Unidos no pasaban, en términos de política global, por su mejor momento. Grandes movimientos revolucionarios, muchos soportados por la Unión Soviética o la China comunista, estaban surgiendo en países aliados de los Estados Unidos. Con el fin de mantener su hegemonía, los norteamericanos muchas veces apoyaron gobiernos corruptos, autoritarios y que tenían poco respeto por los derechos de sus habitantes.

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Filipinas era gobernada en aquel periodo por Elpidio Rivera Quirino, un presidente que generó una gran oposición por parte de un grupo armado conocido como los Hukbalahap, una guerrilla comunista que había nacido como resistencia a la colonización española del país y que había canalizado el descontento de grandes masas de población, en particular en algunas ciudades.

De cómo los vampiros, una vez, ayudaron a  ganar una guerra

El presidente filipino se vio en ocasiones superado por la organización de los rebeldes y decidió acudir en 1952 al general Edward Geary Lansdale, quien había operado en Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial. El general, conocedor de la situación, pronto ideó un macabro plan para expulsarlos de uno de sus fuertes más peligrosos.

Aswang

Conocedor de los temores sobrenaturales de los pobladores, Lansdale comenzó una rápida campaña de propaganda en la que inventaba la historia de un Aswang que habría estado rondando las zonas en las que se sabía los rebeldes tenían sus bases. Expertos en guerra psicológica se encargaron de lanzar los rumores en una locación de prueba.

Y posteriormente ocurrió un cruel acto de guerra que muchos considerarán injustificado. Un miembro de los rebeldes comunistas fue capturado y asesinado, tras lo cual se procedió a hacerle una incisión en el cuello y colgarlo de un árbol cercano. Cuando el cuerpo estuvo completamente drenado de sangre, unas horas después, lo bajaron, le hicieron dos pequeñas muescas (los dientes del Aswang) y lo llevaron a las cercanías de las zonas de operación de los rebeldes.

El truco funcionó. Convencidos de que el monstruo había tomado al primero y no tardaría en volver por más, los hukbalahap pronto abandonaron la zona. Lansdale, bastante satisfecho con el resultado, organizó al menos 15 tretas similares con no pocos beneficios para el gobierno filipino. Esto permanecería prácticamente como un asunto clasificado hasta que el mismo Lansdale revelara, antes de su muerte, los documentos probando sus poco éticas (pero increíblemente efectivas) actividades.

Imágenes: 1: motgoctroi.com, 2: fossheim.wordpress.com

Bibliografía ►
El pensante.com (mayo 26, 2017). De cómo los vampiros, una vez, ayudaron a ganar una guerra. Recuperado de https://elpensante.com/de-como-los-vampiros-una-vez-ayudaron-a-ganar-una-guerra/