China, la Guerra del Opio y el Siglo de Humillación, parte 2

China, la Guerra del Opio y el Siglo de Humillación, parte 2

El Asedio a Dinghai

La Primera Guerra del Opio

Zarpa la flota

Quedamos al final de nuestro artículo anterior con la declaración de guerra que el Parlamento Británico, de mayoría Whig, había lanzado al Imperio de China. El 1 de octubre de 1839 se tomó la decisión de construir una armada que tendría que doblegar el orgullo chino y garantizar los “derechos” de los mercaderes británicos.

Entretanto, China no tenía idea de lo que sucedía. Tras una escaramuza con las tropas de Elliot en el incidente que mencionamos del navío cuáquero atacado por los propios ingleses que buscaban a toda costa que se permitiera el comercio de opio en China, el país consideraba que había expulsado a los británicos y no tenía nada de lo que preocuparse. De hecho, estaba más preocupado por posibles conflictos con comunidades Sikh en la frontera con India.

En junio de 1840 la armada, que se había construido en Inglaterra y sus colonias de India, Singapur y Australia, arribó a las costas chinas. Para el Emperador esto fue una sorpresa, ya que no esperaba un ataque de los británicos. China estaba mal preparada para un conflicto.

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Pero eso no importaba. La guerra había comenzado.

La toma de Dinghai y Macao

Los británicos comenzaron las hostilidades. El 5 de julio, tras varios días de hostilidades, los británicos lograron conquistar la ciudad de Dinghai, clave en el control de la salida del Delta del Yangsté. La ciudad cayó con poca resistencia y posteriormente los británicos se movieron a Macao, ciudad que los portugueses gobernaban bajo autorización del gobierno chino.

Los portugueses, nominalmente neutrales, optaron por quedar fuera del conflicto y dejarle a las tropas imperiales la tarea de defender la ciudad. Los soldados Qing, sin embargo, no eran rival para las experimentadas tropas británicas y fueron rápidamente derrotados. Aparentemente la gente de Macao no simpatizaba con el gobierno imperial y los británicos fueron recibidos en la ciudad como libertadores.

Por supuesto, los chinos no se habían quedado de brazos cruzados. Eran conscientes de la superioridad británica, hecho que se había vuelto tanto más preocupante en la medida en que Inglaterra había construido el primer barco de guerra de acero: el HMS Nemesis, contra el cual los chinos no tenían arma alguna que pudiese funcionar.

Por esta razón habían optado por evitar los conflictos abiertos en las costas y reforzar el interior, que sería mucho más duro para los británicos. Por esta razón el Almirante Guan Taipei comenzó a reforzar con cañones y más de 10.000 soldados las ciudades rivereñas para evitar que la flota británica pudiese llegar al interior del país. Cantón, ubicada en el Delta del río Perla (cerca de Macao), era una ciudad extremadamente importante para China, y los británicos sabían que sería defendida con ahínco.

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El HMS Nemesis

La guerra por el Delta del río Perla y la Convención de Chuenpi

Sin embargo, el primer conflicto no ocurrió en Cantón, sino río abajo, en la apertura del Delta, donde el fuego británico cobró una importante victoria para el país europeo destruyendo al menos 12 barcos chinos y tomando los fuertes de Humen. Esta batalla ocurrió el 7 de enero de 1841.

En este momento Qishan, uno de los delegados del Emperador, buscó una salida diplomática. Estaba dispuesto a ceder, pues era consciente del peligro que corría la dinastía y del poder de los británicos, y como tal le ofreció a Elliot concesiones bastante generosas, incluyendo la entrega de Hong Kong, la reapertura del comercio en Cantón e incluso el pago de una impresionante indemnización que superaba seis millones de dólares de plata. Sin embargo, el asunto del opio quedaba “para negociarse en algún momento del futuro”.

Curiosamente, nadie quedó contento con la negociación. Elliot recibió una reprimenda por no haber definido la situación del opio y Qishan fue condenado a muerte por dar concesiones a los enemigos. Su sentencia sería luego computada por servicio forzado en el ejército. Al Emperador no le gustaban los débiles (y él mismo subestimaba sus propias limitaciones y el peligro que su nación corría).

La toma de Cantón

En este momento los británicos, conscientes de su superioridad, debatían qué paso tomar.

Elliot era partidario de esperar y negociar: a fin de cuentas, tenían control sobre la salida del Delta del Perla y China no podía hacer nada. Sin embargo, los chinos se negaban a negociar y pronto quedó claro que estaban fortificando Cantón. La guerra estaba lejos de haber terminado.

Los esfuerzos chinos fueron inútiles. El 18 de marzo de ese mismo año Cantón fue conquistada con pocas bajas: los ejércitos británicos tenían una potencia de fuego que simplemente era imbatible para los chinos. La Union Jack (la bandera del Reino Unido) ondeó aquel día sobre la factoría británica de Cantón, y el comercio se reabrió con la ciudad.

Y sin embargo, la guerra seguía lejos de terminar. China era un gigante, y los británicos no habían hecho sino arañar la superficie.

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La toma de Cantón

Toma y retoma de Cantón: las limitaciones de la dinastía Qing

Yashin, el sustituto de Qishan, llegó a la zona a mediados de abril para continuar el esfuerzo de guerra chino. Tenía un ejército de más de 50.000 hombres (es decir, 5 veces más que los británicos) apostado a las afueras de Cantón y disponía de abundantes recursos a su disposición. Además, fuera de las costas la superioridad naval británica no podía hacer una diferencia.

Pero Yashin tenía una desventaja fundamental: pertenecer a la dinastía Qing.

Un poco de contexto  es necesario. La Dinastía Qing conquistó China en 1636 como una dinastía extranjera: es decir, se trató de la conquista de nómadas manchúes, semejante a la conquista por parte de los mongoles en 1276.

Esto significa que la Dinastía no era china “nativa” y tenía temores de ser reemplazada por un gobierno chino. Los Qing, en consecuencia, procuraron hacer todo lo posible por evitar un ejército poderoso y unificado bajo comando chino; sin embargo, sus números eran simplemente demasiado bajos para ser ellos la clase militar.

Por esta razón la comandancia del ejército distaba de ser ideal. Los cuerpos de élite no existían y los comandantes eran elegidos con base en su afiliación política y no sus capacidades en el campo. Así mismo, los hombres no tenían entrenamiento permanente, pues esto los habría capacitado para tomarse el poder eventualmente, de desearlo.Y

Yashin era la viva imagen de esta situación. Desconfiaba de los nativos de Cantón, incluso de sus soldados entrenados, y prefería usar soldados de otras provincias que desconocían la geografía y no tenían contactos con la población local. Esto sería una dura limitación en el esfuerzo chino de guerra.

El 21 de mayo un ataque simultáneo en la flota y la ciudad llevó a que los británicos tuviesen que retirarse al río. Simultáneamente los chinos realizaron ataques en la flota destinados a impedir a la Armada Real ascender desde Hong Kong hasta Cantón para apoyar a los británicos. Los triunfos chinos, sin embargo, duraron poco, y 4 días después el grueso de la armada ascendió desde Hong Kong, retomó Cantón y sembró el terror entre las tropas chinas. Tras perseguirlas hacia el interior, los británicos optaron por retirarse a Cantón, donde la fuerza de sus naves los hacía superiores.

En este punto, Yashin optó por pagarles a los británicos una “indemnización” a cambio de que viajaran al sur y desalojaran Cantón. Elliot aceptó (para molestias del General Gough, quien comandaba la flota asentada en Hong Kong que había salvado a los británicos), y Yashin pudo así mostrarle al Emperador una “victoria”.

Pero lo que le dijo al Emperador no fue que había tenido que sobornar a los ingleses, no, sino que su victoria había llevado a los británicos a suplicar la misericordia del emperador y el pago de las deudas que se les adeudaban. El Emperador, en este punto, creía que los británicos estaban derrotados, y no tenía idea que sus fuerzas expedicionarias estaban prácticamente intactas.

Por esta razón, pronto comenzó a solicitar la expulsión definitiva de los británicos de Hong Kong, algo que estaba completamente por fuera del alcance de los chinos.

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El Superintendente Henry Pottinger

La salida de Elliot y el comienzo de la guerra en serio

Hasta el momento, la principal motivación de Elliot, el superintendente y comandante en jefe de las fuerzas británicas, era retornar al status quo anterior y garantizar el comercio de opio, vital a los intereses británicos. Sin embargo, en julio de 1841 Elliot recibió información de que sería reemplazado por Henry Pottinger, quien tenía unas ideas muy diferentes.

Pottinger era un poco más… aventurero, podríamos decir. No buscaba, como Elliot, retornar al Status quo, sino que quería ganar una sonada victoria que le abriese a Inglaterra las puertas de China. Y como tal, propuso dirigirse de nuevo al norte, a la ciudad de Amoy, cuya toma podría cerrar el comercio por el río Yangtzé y estrangular aún más a la dinastía china.

El 25 de agosto comenzó el asedio. Los chinos en esta ocasión habían establecido poderosas baterías y aún los tecnológicos barcos británicos sufrieron considerables bajas, pero una fuerza establecida en la costa que avanzó por tierra pudo tomar la ciudad. Sin embargo, los británicos optaron por abandonar la ciudad y fortificarse en las costas cercanas, y por esta razón los chinos pudieron retomarla.

Los siguientes meses fueron de constantes escaramuzas, pero ninguna batalla importante. Al menos dos barcos británicos fueron hundidos, y más de 200 prisioneros fueron ejecutados y/o murieron debido a malos tratos en cautiverio. Lo importante aquí es que los británicos comenzaron a organizar las fuerzas necesarias para atacar definitivamente el río Yangtzé, el corazón de la economía y la política chinas.

Y que el Emperador, por fin, se dio cuenta de que algo no iba bien y comenzó a buscar información más precisa sobre lo que sucedía. Al darse cuenta de que los británicos no solo no estaban derrotados, sino que planeaban un ataque a gran escala, ordenó la fortificación de las principales ciudades costeras y llamó a Yanshi para someterlo a juicio.

Lo que siguió sería lo más duro del conflicto. Pero de ello hablaremos en un próximo artículo.

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Imágenes: 1: fineartamerica.com, 2 y 4: wikipedia.org, 3: holachina.com

Bibliografía ►
El pensante.com (abril 2, 2018). China, la Guerra del Opio y el Siglo de Humillación, parte 2. Recuperado de https://elpensante.com/china-la-guerra-del-opio-y-el-siglo-de-humillacion-parte-2/